El porteo distribuye mejor las presiones en el cráneo del bebé que estando tumbado, evitando que quede presionado siempre en el mismo punto y pueda aplanarse.
Además, con el porteo también vamos cambiando el giro de la cabeza para que no esté siempre mirando hacia el mismo lado, equilibrando así la musculatura del cuello.
Con el calor de nuestro cuerpo, la posición más vertical y el movimiento ayudamos a la buena función intestinal del bebé, reduciendo y mejorando los síntomas del cólico y el dolor de tripa.